Se que puede parecer alucinante pero esta vez la botella a la deriva provenía de ZgZ, alguien a quien ya no podré olvidar me la regaló.
Tenía muy claro que sólo se llevaría con ella lo que de verdad le importaba.
Sus vaqueros preferidos, unas zapatillas rotas y un jersey viejo de su padre fueron a parar al fondo de la maleta. Unas gafas de sol heredadas y la cámara de fotos ocuparon el lateral izquierdo.
Metió también el ajedrez de madera húngaro, el cuadro de James Dean y todos los libros de la infancia.
El centro de la maleta fue para dos canciones viejas sacadas de un disco de vinilo roto, el olor a café recién hecho y para el ruido que hacía la lluvia cuando golpeaba los cristales de su habitación.
Rescató del escritorio unas cuantas sonrisas plasmadas en blanco y negro y un montón de cartas antiguas en las que ya no se veían las letras.
Iba a cerrar la maleta cuando se dio cuenta que se dejaba olvidados debajo de la almohada los besos de él.
Estaba colocándolos en la maleta, cuando se lo pensó mejor, y decidió ocupar el pequeño huequito que quedaba libre con un rayo de sol.
Salió del cuarto y echó la vista atrás. Los besos se habían quedado esparcidos por encima de la colcha blanca de la cama, donde ella los había dejado.
Comenzó a bajar las escaleras con la maleta roja cogida de la mano.
Estaba segura que había hecho lo correcto.
Nadie quiere llevarse de recuerdo un puñado de besos robados.
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2 comments:
Mucha ilusión me hizo saber que te gustó el texto, y mucha más ilusión me ha hecho verlo en tu página.
Sólo he oído buenas cosas de ti, ahora lo único que me queda es comprobarlas.
Espero que vengas pronto por Zaragoza. Un beso y cuídate
Ni te imaginas la ilusión que me puede hacer haber leído este comentario.
Que sepas que no todo lo que cuentan es verdad jajajajaja, aunque lo que oí de que eras maravillosa voy a tener que creérmelo después de esto :)
Y lo de ZgZ es algo con lo que sueño.
Un besazo
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