Me veo incapaz de terminar de escribir las maravillosas experiencias de Berlín, y pido perdón por si alguien se quedó realmente enganchado al relato, pero me ofrezco gustosamente a contarlo en vivo y en directo si la próxima vez que nos encontremos me lo recuerdan y lo hablamos.
Por otro lado hoy es un día feliz, llevo tres días en cama con gripe y fiebre, y después de ese exceso, mi cuerpo se ha levantado animado, menos congestión más claridad. Ahora mismo me estoy recuperando, y mañana quiero volver al curro y ver que se cuece por Arte Viva, que sin duda es la casa de la locura en Madrid. Por otro lado, me angustia el pensar que tan sólo voy a poder pasar unos días de navidad en LP, (24 al 2), pero en fin de eso se trata, de ser consecuente, de tirar adelante. La realidad asusta pero es lo mejor que tenemos (un poco de dogma).
Todavía tengo la sensación de no conseguir cubrir del todo mi vida con esa pátina que tienen las series televisivas que tanto me gustan, esas en las que los problemas son geniales, porque terminan más que bien, en la que los personajes son complejos y completos, me encanta ese automatismo del no tener que plantearse quienes son, sino que lo tienen más bien claro y se actúa (con toda la reflexión digerida en el interior), me encanta el que todo sea el equilibrio perfecto de lo aséptico y lo pasional.
Les quiero, (Caramelos para los niños). (viva la nieve que da felicidad)
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1 comment:
Juas, ya me había hecho ilusión leer la verdadera historia de Berlín y no esa patraña que me contaste... :P
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