En un alarde de nostalgia pura y dura, e inmerso en los recuerdos de todo lo acontecido en los cortísimos a la vez que interminables, intensisimos y dilatados años viviendo en la residencia, me llega el momento de ir pasando página y de despedirme de lo que ha sido mi hogar, mi techo y mi suelo, en lo que podría catalogar como los mejores años de mi vida. (siempre negaré esto y diré que el mejor momento de mi vida es aquel en el que me hagan la pregunta)
En ella he conocido a muchísima gente entre los que he encontrado todo tipo de personas, todas con algo de lo que aprender.
Ahora lo pienso y puedo decir que llegué siendo una persona y salgo siendo otra bien diferente. Las relaciones y las circunstancias de la convivencia, el hecho de que no fuera el único que fue a crecer allí, sino que más bien era un proyecto individual que tocaba otros proyectos a la vez individuales y singulares de otras muchas personas, daban cierto cariz de intensidad.
En lo que se refiere al ecosistema y más al de un medioambiente como el de un colegio mayor, entramos con todos los miedos y todas las inseguridades, y salimos coronados y pletóricos. "henchidos de gloria" (me encantan estas dos palabras y tenía que usarlas).
Procurabamos no hablar para no molestar, y acabamos aconsejando, nos metimos en las venas de la residencia, fuimos becarios, consejeros, más becarios, organizadores, críticos, y clientes complacidos. Fuimos reyes (la verdad es que esta expresión la robé a un ladrón, y me parece graciosísima de ahí su abundancia y redundancia).
No dejaremos de serlo. Buenas noches principes de nueva nueva Leganés.